Salud

Estudio: La mayoría de niños con infecciones por coronavirus carecen de los síntomas típicos

Si ha llevado a su hijo a la escuela, a una cita con el dentista o a una práctica deportiva en el último año, probablemente haya visto a alguien sostener un termómetro en su frente o muñeca como herramienta de detección de COVID-19. Pero un nuevo estudio sugiere que una lectura de temperatura en el rango normal no es una señal confiable de que un niño esté libre de coronavirus.

De hecho, el estudio de más de 12.000 niños con infecciones confirmadas por laboratorio encontró que la gran mayoría de ellos, más del 81%, no desarrollaron fiebre a pesar de contraer el coronavirus.

Es más, casi tres cuartas partes de estos niños infectados nunca tuvieron “ninguno de los síntomas típicos del COVID-19”: fiebre, tos o dificultad para respirar, escribieron investigadores el jueves en la revista Scientific Reports.

Por un lado, la baja tasa de síntomas en personas con infecciones genuinas es algo por lo que estar agradecido. Pero, por otro lado, significa que identificar a los niños que podrían estar transmitiendo el virus será más difícil de lo que se pensaba.

“Las herramientas y procedimientos de detección de rutina, como las mediciones diarias de la temperatura en la escuela, pueden ser menos efectivas”, escribieron los autores del estudio. En su lugar, se requerirán métodos “innovadores” y “pruebas frecuentes” para identificar posibles propagadores de enfermedades.

Las estimaciones de la cantidad de niños estadounidenses que han sido infectados por el coronavirus varían. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) sitúa la cifra en poco menos de 3.2 millones desde el inicio de la pandemia, mientras que la Academia Estadounidense de Pediatría dice que son más de 3.8 millones y el proyecto COVKID calcula por encima de los 4.5 millones.

Cualquiera que sea la cifra, los niños siempre han representado una minoría de los casos. Aunque los estadounidenses menores de 18 años representan el 19.3% de la población, son responsables de solo el 12.3% de las infecciones del país y representan menos del 0.2% de los decesos por COVID-19.

Esas cifras reflejan el hecho de que el coronavirus es diferente en niños que en adultos. El nuevo estudio respalda esta apreciación.

Los datos provienen de los registros electrónicos de 33 organizaciones de atención médica de todo el país que participan en la red de investigación TriNetX. Los datos incluyeron 12.306 casos confirmados por laboratorio de COVID-19, que fueron diagnosticados en pacientes menores de 18 años, entre el 1 de abril y el 31 de octubre del año pasado.

Quizá el hallazgo más sorprendente fue que pocos de esos pacientes tenían síntomas típicamente asociados con el coronavirus.

Aunque se considera principalmente una enfermedad respiratoria, solo el 16.5% de los pacientes pediátricos tenía problemas de esta índole, como dificultad para respirar, tos o sibilancias.

En los adultos, los síntomas como fiebre, dolor muscular y articular, así como una sensación general de malestar también se asocian con el COVID-19, al igual que la pérdida del olfato o el gusto. Sin embargo, solo el 18.8% de los niños informó al menos uno de estos síntomas.

Náusea, vómito, diarrea y otros problemas gastrointestinales aparecieron en el 13.9% de los pacientes jóvenes, mientras que erupciones cutáneas, conjuntivitis y otros síntomas dermatológicos afectaron al 8.1%. Las dolencias neurológicas, como dolores de cabeza y convulsiones, ocurrieron en solo el 4.8% de los niños.

La mayoría de los síntomas fueron más frecuentes entre el 5.5% de los pacientes que requirió tratamiento hospitalario, en comparación con el 94.5% que no lo necesitó. Las dos excepciones fueron dolor de cabeza y alteraciones del olfato o el gusto.

De los pacientes hospitalizados, el 17.6% (118 niños) necesitó cuidados intensivos y el 4.1% (38 niños) utilizó ventiladores. No está claro exactamente cuántos murieron, pero no fueron más de 10. (Los datos sobre los decesos se ocultaron por razones de privacidad, escribieron los autores del estudio).

Había algunas cosas que los niños con COVID-19 tenían en común con los adultos.

En comparación con los niños blancos del estudio, los niños negros tenían aproximadamente el doble de probabilidades de ser ingresados en un hospital, mientras que el riesgo para los niños latinos era aproximadamente un 31% más alto. Las posibilidades de necesitar cuidados intensivos o asistencia mecánica con la respiración fueron aproximadamente las mismas para los tres grupos.

Las razones de estas disparidades no están claras, pero los autores del estudio especularon que las fuerzas socioeconómicas empujaron a los niños negros y latinos a una exposición más indirecta al virus, tal vez porque tenían mayor probabilidad de vivir con un trabajador esencial o porque no tenían suficiente espacio en casa para aislarse completamente de un miembro de la familia que estaba enfermo.

Independientemente de la raza o el origen étnico, la mayoría de los niños del estudio no desarrollaron síntomas que hubieran evidenciado sus infecciones por coronavirus para los demás. Eso significa que los adultos deberán reconsiderar sus estrategias de detección si quieren encontrar a estos niños antes de que transmitan el virus a otros.

Realizar pruebas aleatorias con más frecuencia ayudaría, escribieron los autores del estudio. Por lo tanto, centrar más ensayos de detección en niños de hogares de mayor riesgo, o en menores con afecciones médicas que los ponen en mayor peligro de enfermedades graves si se contagian contribuiría.

Será más complicado que apuntar con un termómetro a la frente de un niño o preguntarle si tiene tos, pero el trabajo debe hacerse.

“La reapertura de las escuelas subraya la importancia de comprender la epidemiología de las infecciones pediátricas por COVID-19”, escribieron los investigadores.

 

 

 

 

Información y fotografía de Ángeles Times

Artículos Relacionados

Deja un comentario

Back to top button